Cristina Fernández de Kirchner rompió su silencio político y reapareció con una fuerte advertencia dirigida al gobernador Axel Kicillof, en el marco de una cumbre organizada por La Cámpora en Ezeiza. “Yo estoy para jugar. Y jugar fuerte, eh”, lanzó la ex presidenta frente a una veintena de intendentes del conurbano bonaerense, en un mensaje que sacudió el tablero del peronismo bonaerense.
La reunión, convocada de urgencia por su hijo Máximo Kirchner, se realizó el domingo por la noche en el predio del sindicato de la ANSES, vecino a El Mangrullo, propiedad de la familia Granados. Cristina llegó más tarde que el resto, pero su sola presencia bastó para redefinir el clima del encuentro, que tuvo como objetivo alinear fuerzas en medio del creciente enfrentamiento interno con Kicillof.
El foco del conflicto es la posible decisión del gobernador de desdoblar las elecciones provinciales, una jugada que Máximo y los intendentes camporistas rechazan frontalmente. “Si Axel decide desdoblar, Máximo quiere romper”, confió uno de los asistentes. Esa ruptura implicaría dejar afuera de las listas a los jefes comunales que responden al mandatario, con el riesgo de fracturar al peronismo bonaerense y facilitar una victoria del oficialismo libertario.
La tensión es tan alta que algunos en el entorno K no descartan que Cristina evalúe una candidatura legislativa en la estratégica Tercera Sección Electoral para reforzar su presencia territorial. Mientras tanto, Kicillof consolida su propio armado con apoyo de referentes díscolos del PJ y su ministro Andrés “Cuervo” Larroque, también fundador de La Cámpora pero distanciado de Máximo.
“La pelea ya no es política, es personal”, admiten desde ambos bandos. Viejos rencores por el cierre de listas de 2023, el control de la “lapicera” y el rol de La Cámpora en la conducción del peronismo bonaerense alimentan un clima de fractura interna que se vuelve cada vez más difícil de disimular.
En el entorno de Cristina sostienen que su aparición buscó frenar el avance del gobernador, quien empieza a perfilarse como un liderazgo autónomo dentro del espacio. Pero otros ven en esta movida un intento desesperado por recuperar centralidad ante un escenario adverso, tanto judicial como político.
Mientras tanto, el desconcierto reina en las filas del PJ. “No le hablamos al vecino. No tenemos casi nada para mostrar. Vamos camino a una derrota”, resumió con crudeza un intendente del conurbano. En este contexto, el peronismo bonaerense transita un escenario de máxima tensión, donde los proyectos personales y la estrategia electoral chocan en una interna sin reglas claras y con final abierto.
