El gobernador Gustavo Valdés ha tomado el control de la presidencia de la Unión Cívica Radical (UCR) en Corrientes en un contexto político marcado por el desgaste interno, el descontento de dirigentes y militantes, y una serie de desafíos que podrían afectar su liderazgo a largo plazo. Si bien Valdés ha logrado consolidar su poder dentro del partido, por lo bajo se escuchan críticas: “Al final, usa las mismas formas que Ricardo Colombi”.
Un liderazgo cuestionado por la falta de diálogo
Uno de los puntos más críticos del proceso es el malestar entre referentes del interior y sectores militantes, quienes acusan a Valdés de ejercer su liderazgo de manera impositiva, sin el diálogo necesario para generar consenso. Estas tensiones han hecho emerger un temor latente: que el partido sufra bajas importantes de dirigentes del interior si Valdés insiste en imponer a su hermano, Juan Pablo Valdés, como sucesor en la gobernación.
Tassano: la apuesta por la capital genera ruido
Otro factor que ha generado tensiones es la inclinación de Valdés hacia Eduardo Tassano como una opción dentro del esquema sucesorio. Dirigentes del interior ven esta posible elección como un premio excesivo para la capital en desmedro de los intereses del resto de la provincia, lo que podría agravar aún más la fragmentación dentro de la UCR.
Flinta, el histórico que también se anotó en la carrera por la gobernación
Sergio Flinta intenta sumarse al tablero político de cara a 2025, gracias a un reciente operativo clamor en su favor. El senador provincial, con amplia trayectoria en el radicalismo y una relación cercana con Gustavo Valdés, considera que este puede ser su momento, por eso intenta posicionarse. Sin embargo, entre sectores críticos del partido se lo acusa de ser parte de la vieja política o “la casta”, y aseguran que su campaña de autobombo podría ser contraproducente si Valdés busca retener la provincia. Su figura representa, para muchos, más de lo mismo, algo que podría ser un punto débil frente al desgaste del oficialismo.
El desafío de encontrar un candidato de consenso
Más allá de las operaciones internas y los rumores, Gustavo Valdés todavía no ha definido quién será su candidato para sucederlo en la gobernación. El desafío es mayúsculo: debe encontrar una figura que tenga aceptación en el partido, pero también entre la sociedad, para evitar el riesgo de que la oposición aproveche el desgaste del oficialismo tras casi 25 años en el poder.
En este contexto, las advertencias de los sectores internos son claras: “No es momento de encapricharse”, aseguran. Si Valdés no logra consolidar una transición ordenada y consensuada, podría abrirle la puerta a un avance significativo de la oposición en 2025, un escenario que el radicalismo busca evitar a toda costa.
El próximo paso para Valdés será demostrar si puede liderar no solo desde la imposición, sino también desde el consenso, asegurando la continuidad del proyecto radical sin provocar fracturas internas.