El gobernador Gustavo Valdés enfrenta uno de sus momentos más críticos de gestión. A la creciente incertidumbre sobre su sucesión, se suman problemas estructurales que golpean fuerte en el interior de la provincia. Los incendios forestales han vuelto a poner en jaque la capacidad de respuesta del Gobierno, mientras que las fallas constantes en el suministro de energía eléctrica generan un creciente malestar en la población. Todo esto en un contexto político donde su idea de imponer a su hermano, Juan Pablo Valdés, como sucesor, cada vez encuentra más resistencia dentro de la UCR y un rechazo silencioso pero firme en la sociedad.
ELI, más afuera que adentro, y libertarios con candidato propio
Encuentro Liberal (ELI), el partido liderado por Pedro “Perucho” Cassani, parece estar más cerca de romper con el oficialismo que de seguir dentro de la alianza gobernante. La tensión es evidente, y la falta de acuerdo con Valdés podría provocar un reacomodamiento de fuerzas clave dentro de la provincia. Mientras tanto, La Libertad Avanza ya decidió jugar con candidato propio, complicando aún más el armado del oficialismo, que ve cómo se desmorona la idea de una fórmula unificada.
Por su parte, el Partido Justicialista (PJ) sigue en su largo proceso de reestructuración, con el desafío de organizarse de cara a 2025. Sin un liderazgo claro, pero con la posibilidad de aprovechar la fragmentación del oficialismo, el peronismo se mantiene expectante, buscando el momento justo para dar el golpe. Sin embargo, las indefiniciones y peleas internas han hecho que el PJ todavía no logre consolidar una alternativa fuerte que pueda capitalizar el desgaste radical.
Ricardo Colombi no se baja y la UCR quiere un candidato de consenso
Si algo está claro en la interna radical es que Ricardo Colombi no piensa dar un paso al costado. Con su estilo habitual, el exgobernador sigue moviendo piezas y sumando voluntades, apostando a la debilidad de Valdés y su insistencia con su hermano. La dirigencia radical, tanto en la capital como en el interior, empieza a alzar la voz: el candidato a la gobernación debe ser alguien con experiencia en gestión y con un fuerte arraigo en la estructura partidaria. Muchos se preguntan si Valdés terminará aceptando un candidato de consenso o si insistirá en su estrategia personalista, arriesgando la unidad del partido en el proceso.
El tiempo corre y no perdona
Con problemas de gestión que lo desgastan, un frente político que se desmorona y una sucesión cada vez más incierta, Valdés enfrenta el tramo más complicado de su mandato. Si no logra ordenar el tablero en las próximas semanas, la elección de 2025 podría ser la más difícil para el radicalismo en los últimos 20 años. En un contexto donde la paciencia se agota y las disputas internas se intensifican, la pregunta ya no es solo quién será el candidato, sino si el radicalismo podrá evitar una fractura que ponga en riesgo su continuidad en el poder.